jueves, 28 de abril de 2011

El problema rural en Hispania


Por: Héctor Alonso Álvarez Vélez

El abandono del campo es uno de los problemas fundamentales que afronta el municipio de Hispania y una de las cosas más riesgosas para su futuro. Esta problemática la planteamos hace 3 años en un artículo como este, asociándola al desarrollo improvisado que se viene dando en el municipio de una vocación turística sin establecer las políticas necesarias para mantener la tierra en manos de los campesinos y proteger al sector agropecuario de las tendencias urbanizadoras que llegan con la fiebre de las fincas de recreo.


Es interesante observar que por lo menos ahora existe una preocupación creciente por estos temas. Pude evidenciar esto cuando hace un par de semanas, en un círculo de estudio sobre las problemáticas locales en el que vengo participando, el tema del “abandono del campo” aparece dentro de los asuntos de más prioridad. Para aportar al desarrollo de esta problemática, vamos a referirnos a la educación rural, tema que consideramos de la mayor relevancia para el desarrollo del campo.


No es fácil encontrar hoy en Colombia, por lo menos en la zona andina, municipios en los que, como en Hispania, no se ofrezcan programas de educación para los jóvenes del campo. Cuando un joven es alejado del seno de su familia y desvinculado de sus actividades cotidianas y lógicas rurales para llevarle a estudiar en un ambiente urbano, así sea por un par de días cada semana, se genera en él un desinterés creciente por la vida rural, a la vez que una expectativa por los imaginarios urbanos. Lo anterior es reforzado cuando los medios de comunicación venden la ciudad como el ideal de vida y muestran al campo únicamente desde sus necesidades, nunca desde sus potencialidades. En otras palabras, sacar la educación del contexto campesino disminuye la voluntad de los jóvenes para mantenerse en las veredas, voluntad que a veces es sinónimo de resistencia y que sólo se logra cuando se reconocen los otros significados que tiene la vida en el campo.


En segundo lugar, la educación urbana que suele recibirse en las cabeceras municipales no es pertinente para los jóvenes del campo, justamente porque no refleja los significados del mundo campesino y no aborda sus problemáticas. No se trata únicamente de llevar el servicio educativo a las veredas pero haciendo lo mismo que se haría en los establecimientos urbanos. La educación rural implica un proyecto institucional radicalmente diferente, con filosofía, objetivos, contenidos, estándares, pedagogía y sistemas de evaluación especiales. La educación rural tiene que ayudar a que los jóvenes y adultos que en ella participan refuercen su identidad como pobladores del campo y tengan las herramientas necesarias para impulsar en las veredas los procesos de desarrollo que les permitan permanecer en el territorio con dignidad.


Otra de las cosas que pocas veces se tiene en cuenta es la cantidad de personas que actualmente se mantienen por fuera del sistema educativo en las veredas. La demanda educativa no debe entenderse únicamente como la de aquellas personas que se acercan a las instituciones buscando cupo escolar, sino como el universo de quienes debería tener el servicio, aún cuando en la actualidad no muestren interés por estudiar.


No basta con atender a los jóvenes que están más motivados; es necesario ir a las veredas, animar a todas las personas y ofrecerles alternativas viables para superar todas las restricciones reales y hasta mentales que planteen para avanzar en su proceso de educación. Las alternativas que se ofrecen actualmente a los campesinos, permiten el acceso solamente a quienes tienen más motivación y mejores posibilidades, pero no son atractivos para una gran masa de campesinos, especialmente adultos, que siguen por fuera del sistema.


Es bueno recordar que educarse en Colombia no es con frecuencia un acto voluntario, sino una decisión para la que, por lo menos en principio, se requiere cierta presión social y cierta motivación externa apoyada con garantías e incentivos; esto es así por la baja valoración que se tiene de la educación en nuestra cultura colombiana y por la distorsión que la economía de mercado ha puesto en el aprendizaje mismo, convirtiéndolo en un medio para conseguir trabajo más que en una aspiración del espíritu humano.


Por todo lo anterior, si en el municipio de Hispania no se comienzan a desarrollar prontamente programas de educación rural apropiados, sumada esta situación a las demás problemáticas que se tienen, los jóvenes no tendrán mayores motivaciones para reforzar su identidad como campesinos y las veredas seguirá quedándose en el completo abandono.

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